CUENTA CON...
¡Ay de cada propósito que uno se echa a la espalda!, ¡ay de cada proyecto en el que uno se mete y que, casi siempre con buena intención, se sitúa como único y exclusivo responsable de su destino o de su éxito!…
Con la predisposición y el acento en poner todas las fuerzas y dejar energías en que salga bien, uno con mucha frecuencia acaba exhausto, agotado de pelear contra viento y marea, persiguiendo un gran fin que, por el camino, ha hecho perder la ilusión, la alegría y la pasión con la que fue concebido…
¡Cuántas veces hemos emprendido algo con un entusiasmo enorme y hemos acabado entregándolo así, encogiendo los hombros y soltándolo como quien suelta una pesadísima carga… lo que empezó como un “vamos a hacer…” y terminó con un “ya no puedo más, ahí lo tienes, así se queda…”
Algo ha fallado en el camino… algo ha pasado que no te permite vivir el resultado con la misma ilusión y entusiasmo que en su origen…
Si lo piensas bien… todo sentimiento de frustración y desánimo está causado por ese “sentirse solo”… por la decepción de haber tenido que responsabilizarte de todo sin contar con el apoyo de nadie…
Los grandes comunicadores y los grandes líderes de la historia, han sido personas con la suficiente inteligencia emocional y pragmática de “saberse rodear por buenos colaboradores”… si preguntas a grandes ideadores, emprendedores, soñadores,… es muy posible que todos te respondan que lo que consiguieron fue gracias al apoyo de…
No es un caso exclusivamente de humildad… saberse apartar y dejar que otros hagan, es de suma importancia si el fin que se soñó es el verdadero fin y no la imposición de medallas. No es sólo eso, se trata de un ejercicio de realismo y responsabilidad.
La pregunta una vez más puede ser… ¿Con qué fuerzas cuento? ¿Cuánto puedo poner yo en esto…?
Pero tal vez, sea mucho más importante preguntarse… ¿Cómo y con qué actitud puedo yo cautivar, contagiar, involucrar, sumar fuerzas…?
Quien es capaz de caminar desde la suma y no desde la consecución de objetivos solamente… nunca caminará solo.
De nuevo, la actitud de disponibilidad y entrega, que no se compra ni se vende, y que se consigue y se da solo cuando existe convicción.
Hay una respuesta común entre la gente cuando se nos pide colaborar en cualquier actividad, invitación, proyecto…
- Voy a organizar “noséqué” - Ah! “en principio” cuenta conmigo…
¿Qué significa ese “en principio”? ¿Que si sales a la calle y te cae una teja en la cabeza no podrás asistir? …Pero si eso ya se sabe, los imprevistos pasan y pueden pasar… pero ¿Qué necesidad hay de recordar que tu compromiso está atado a posibles contratiempos? ¿Qué necesidad hay de dejar la puerta abierta a la posibilidad de no poder acudir…?
Es la necesidad de no atarse, de no comprometerse y de no darse sin condiciones, sin excepciones…
Y no lo sabemos, pero pocas cosas hay tan contagiosas, sorprendentes y admirables como encontrarte en tu vida y en tu camino a un “sin condiciones”.
Si conoces a una de esas personas que son “sin condiciones” algo dentro de ti te llamará a parecerte a él o ella. Todos queremos parecernos a quienes no buscan excusas y todos queremos tener al lado a aquellos con quienes siempre se puede contar.
Rodéate, moviliza, atrae, contagia, exige,… siendo tú un “sin condiciones”
Y nunca te eches a la espalda ni cuentes exclusivamente con tus fuerzas… acabarás agotado! Si tu deseo es cambiar el mundo… cuenta con el mundo; si es ayudar a los demás, cuenta con los demás; si tiene que ver con Dios… no te olvides de Dios… si es de ellos, si es de Él… no estarás solo… serán también un “cuenta conmigo sin condiciones…”
Hablábamos de los grandes emprendedores de la historia… pero los grandes místicos, fundadores, santos y … supieron que sus fuerzas eran minúsculas comparadas con el sueño de sus corazones…
Sabían con quién contaban, sabían de quién se habían fiado…
¿y tú? ¿lo sabes?
Lee… 2 Tim 1, 12 o Mt 11, 28-30