ALÉGRATE..
Son muchas las veces que se instalan en nosotros sentimientos poco productivos… (o al menos eso pensamos…) la tristeza, la desilusión, la apatía,… forman parte de nosotros tanto en cuanto damos importancia a las cosas que nos suceden cada día. Imprevistos, molestias, disgustos, malentendidos, agobios,… y es casi seguro que eso no cambie. Porque la vida “está viva” y es justo por eso que cuanto más se vive, más puede llegar a doler!
La diferencia entre quien vive sereno, alegre, tranquilo… y quien parece afrontar todo con tristeza, angustia,… con las cosas que nos pasan… no suele ser que “todo le va fenomenal” al primero, (que no tiene nunca inconvenientes en el camino y que parece contar con muy “buena suerte”…) y por el contrario el segundo es gafe y todo le va mal… la diferencia fundamental está en cómo es capaz de relativizar y de filtrar cada dolor, angustia, contratiempo. Etc…
Vivir alegre es una opción… no una posibilidad… sino ¡una elección! es nuevamente algo que uno elige para vivir y que nunca nunca nunca puede depender de las circunstancias que nos rodean.
Siempre hay personas más “afectadas” que otras. Dejarse afectar es bueno: significa que estás dotado/a de gran sensibilidad para, en primer lugar, empatizar con los sentimientos de los demás, y en segundo lugar para seguir creciendo, madurando y fortaleciéndote.
Pero hay tipos de personas, que dejándose afectar, bloquean las posibilidades de resurgimiento complaciendo al dolor y a la tristeza, acomodándose en ellos queriendo o sin querer como con adicción… El sufrimiento, tiene algún tipo de sustancia que genera dependencia. Como cualquier droga, genera un estado que puede engañar y parecer placentero cuando es absolutamente destructivo. Los más “sufrientes” entenderán mejor esto…
Entonces, ¿la pregunta mejor en este paso cuál es? ¿Qué te alegra? ¿Qué te ayuda a vivir con alegría?
Es muy importante reconocer aquellas cosas que nos ponen a tono, que nos devuelven sonrisas y nos dan energía positiva… rodeémonos de ellas… muy bien… puede ser un primer paso…
Pero uno no puede quedarse ahí. ¿Qué pasará el día que alguna de estas cosas falle o falte? Nos habremos aferrado tanto a alguien o a algo que, como un niño cuando le quitan su juguete, no podremos hacer otra cosa que llorar desconsoladamente.
La pregunta que de verdad debemos hacernos a diario es… ¿Elijo vivir alegre? ¿Decido poner alegría en todo lo que hago?
Porque si tu respuesta es sí, el trabajo es más fácil. Si cada día por la mañana, al reconocerte en el espejo, decides vivir alegre… todo lo que te rodea podrá disgustarte, descolocarte o agobiarte, pero nada ni nadie te robará esa alegría.
Hay quien de forma natural vive alegremente hasta en los momentos más complicados que la vida va presentando… si a ti te cuesta es porque estás todavía en el camino de la elección… ¡no te engañes! decide, elige la alegría y después sólo… ¡alégrate!
La alegría no es sólo un buen termómetro para ver qué todo lo que te rodea está en su sitio! Eso es verdad, es así, y en la medida que estés alegre, podrás deducir si los pasos que has ido dando han sido acertados o no…
Mucho más importante aún es entender que la alegría es además el filtro, las gafas con las que puedes afrontar cada decisión tomada.
El riesgo de tomar decisiones comprende también errores y fallos de sistema y, mientras no sean tan profundos como para ver necesario la idea de formatear y reiniciar de nuevo, la alegría será el chip que reordenará y reorganizará todo, generando prioridades,… te situará en cada ocasión con otra postura.
Por eso la alegría no es sólo una opción. La alegría es además una llamada… que se te hace desde el mundo, desde los demás, desde ti mismo y en clave de fe, de parte de Dios… que es lo que quiere y desea para ti.
Vivir con alegría es y debe ser la respuesta a una llamada externa e interna, como un reto que se te plantea cada día y que debes elegir para ti con valentía. ¿Acaso no deseas profundamente vivir siempre alegre?
Puedes leer… Flp. 4, 4-9